En medio de la oscuridad de la madrugada del 24 de agosto, la Vía al Llano fue una vez más el epicentro de la frustración y la preocupación para los transportadores de carga que dependen de este corredor vital que conecta a Bogotá con Villavicencio. El caos se desató cuando un deslizamiento de material rocoso bloqueó el kilómetro 58 de la vía, dejando a muchos vehículos varados y generando un cierre parcial de esta importante ruta. A esta complicada situación se sumaron las manifestaciones y bloqueos en la vereda de Guacapate, elevando las tensiones en la zona.
La concesionaria vial Coviandina emitió una alerta temprana en la madrugada, anunciando que no era seguro permitir el tránsito en ningún carril debido al deslizamiento de rocas ocasionado por las intensas lluvias que habían azotado la región. Este incidente resaltó una vez más la fragilidad de esta carretera y la vulnerabilidad de quienes dependen de ella para sus actividades comerciales.
Pero la problemática no se detuvo allí. Los habitantes de la vereda de Guacapate, cansados de sentirse marginados y olvidados, se unieron a las protestas, bloqueando también parte del corredor. Sus demandas eran claras: clamaban por una mayor atención y respuesta por parte del Gobierno Nacional a sus necesidades. Esta combinación de factores culminó en un panorama caótico, donde la circulación de vehículos de carga quedó paralizada y la incertidumbre se apoderó de los transportadores y empresarios afectados.
Ante este escenario, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, anunció el cierre de la salida de Yomasa hacia la Vía al Llano, una medida que buscaba mitigar el caos provocado por el represamiento de vehículos atrapados en esta ruta. En respuesta, la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) estableció horarios de circulación para los transportadores una vez que se permitiera el paso nuevamente. Esta estrategia fue parte del plan de contingencia operativa por emergencia, fase 1, diseñado para lidiar con las dificultades actuales en el corredor.
Los horarios de circulación, anunciados por la ANI, detallan que la apertura en el kilómetro 0+000 en Bogotá se llevará a cabo a partir de las 3:00 a.m. y concluirá a las 2:00 p.m., mientras que el cierre en el kilómetro 82+300 en Villavicencio iniciará a las 5:00 a.m. y finalizará a las 4:00 p.m. Estos horarios pretenden regular el flujo de vehículos y minimizar el impacto de los bloqueos y deslizamientos en el tránsito.
Además, la caída del puente Sogamoso-Aguazul ha agravado la situación, al interrumpir una vía alterna al Llano por Boyacá. La infraestructura colapsada se convirtió en un símbolo más de las dificultades que enfrenta el sistema de carreteras en esta región. Frente a estos desafíos, el Ministerio de Transporte y el Instituto Nacional de Vías (Invías) están evaluando las afectaciones tanto en el corredor Bogotá – Villavicencio como en el tramo Sogamoso – Yopal.
En busca de soluciones alternativas, se han habilitado dos rutas alternas para conectarse con la Vía al Llano, con restricciones de peso para los vehículos. Una de ellas es a través de Tunja – El Sisga – Guateque – Monterrey – Aguaclara – Yopal, permitiendo vehículos de hasta 30 toneladas. La segunda opción es Sogamoso – Belén – Socha – Sácama – La Cabuya – Hato Corozal, habilitada para vehículos con un peso inferior a 25 toneladas.